miércoles, enero 14, 2009

Apuntes para una historia de las revistas independientes de los ochenta en Guadalajara

Por Raúl Ramírez García*
Las revistas, esas nebulosas, cargadas y finas,

que llenan los intersticios entre los libros.

Alfonso Reyes

Enseña las cubiertas, que vienen a ser

las alas de ese efímero y frágil díptero: la revista.

Eugenio D’Ors
Las antecesoras

Desde hace más de un siglo aparecieron en México revistas de carácter independiente como Arte y Letras, Arte (dirigida por Enrique González Martínez), Frivolidades, Barbaridades, Letras y Monos, Multicolor y El Cañón, que alcanzaron su apogeo en plena revolución mexicana. Después, en los veinte se publicaron El Hogar, Bendita entre los machos; Actual, hoja de vanguardia (dirigida por Maples Arce), Horizonte (también estridentista) y Examen, dirigida por Jorge Cuesta, que en su momento provocó airadas críticas por editar dos fragmentos de Cariátide, novela de Rubén Salazar Mallén, a quien Xavier Villaurrutia bautizó como Burrén por utilizar palabras obscenas en personajes comunistas. En los setenta se publicaron Yerba, revista pacheca tiranetas, antipriista, con cómics, arte, literatura y rock efe; también Sucesos para todos con Alexandro Jodorowsky en el equipo underground:

Lo más importante es que todos los invitados se sientan bien. A nadie se le deberá presionar a que fume mota cuando ya haya rechazado el ofrecimiento […] Limpie bien su mota antes de forjar: un toque al que repentinamente le truena una semilla con un sonoro y molesto estallido en la cara de un amigo, resulta chocante. No fastidie a su compañera con interminables cotorreos. Use la lengua de otro modo.

Claro que décadas antes habían sido impresas las revistas beat en Estados Unidos: Oracle, Berkeley Barb, Ángeles Free Press, The East Village Other, Inner Space, Other Scenes, Guerrilla, Boss, Mishaps Perhaps y la chicana Mango. Mientras que en Londres apareció International Times.

En Guadalajara, uno de los pioneros de las publicaciones periódicas independientes fue Julio G. Arce, que también firmaba como Jorge Ulica y Krichoff, quien a los catorce años, en 1884, creó El Hijo del Progreso, que según el mismo Arce “fue un hijo del fracaso”, pues era sumamente difícil mantener la publicación en una ciudad que todavía no tenía un diario. Luego fundaría El Cronista, El Máscara, Juan Sin Miedo, El Espejismo y Mefistófeles, donde publicó el siguiente pasaje:

¡Qué oportunidades! He aquí algunas que cojo al vuelo: Maridos estorbosos. Eliminados con cuchillo, pistola o garrote. Rebaja de precios durante los días de fiesta. Detective Killer Corp. Murder Boulevard, 12. Esposas valientes. Encontrarán un gran surtido de objetos para golpear al marido, sin hacer escándalo: Martillos, hachas, barras de acero y toda clase de implementos contundentes, a precios sin competencia.

Después de Jorge Ulica, destaca la aventura literaria-editorial de don Fortino Jaime, quien apadrinó a los brillantes bachilleres de aquel 1920 con la creación de La Revista Azul, donde sobresalieron Agustín Basave, quien luego sería gran ensayista y maestro; Carlos Gutiérrez Cruz, poeta de corte revolucionario, y José Cornejo Franco, quien sería renombrado historiador y bibliotecario de la Prepa Jalisco y más adelante de la Biblioteca Pública del Estado. Hubo más editores aventureros, como Agustín Yáñez y Alfonso Gutiérrez Hermosillo con Bandera de Provincias; Emmanuel Carballo y Carlos Valdés con Ariel; Juan Rulfo y Juan José Arreola con Eos y Pan. Además, Ramón Rubín que, según Emmanuel Carballo:

sacó su propia revista, Creación, ayudado por un fantasmal bloque de obreros intelectuales. Silvestre y combativa, su influencia en la cultura jalisciense fue mínima. Llamó la atención en una sola oportunidad, al acusar de plagio a Alfonso Reyes.

Cabe mencionar que desde mediados de los setenta comenzó la efervescencia de revistas literarias y culturales independientes, como Asemal, “lea despacio, mastique bien las palabras”, dirigida por Darío Cantón; Éxodo, dirigida por Arturo Suárez y Francisco Pamplona; El Eslabón, “la cadena se rompe por el eslabón más débil”, dirigida por Roberto Castelán y Rosario Casillas; Cólera, dirigida por José Ruiz Mercado et al.; Barandal, dirigida por Mario Alberto Nájera et al.; Cábula, dirigida por Miguel Ángel López Medina et al.; La Rana Sana, dirigida por Carlos Próspero et al.; Ocios Litera, dirigida por Aldo de la Torriente et al.; Chanchullo, dirigida por Benito Zamora et al., y Péñola, dirigida por Luis Javier Arellano. Sin menospreciar las de otras latitudes, como Cerbatana y La Hormiga Herrante de Monterrey; Calandria de Tolvaneras, La Regla Rota, La Pus moderna, El Ojo Literato, Smog, Moho, Sabe ud. Ler, Jaguar Herido y Caramelo en la Ciudad de México; Equus, El Mosco y Manchas de Tinta en Sinaloa; Vida Loca en Sonora; La Vida no Vale Nada en León; La Cachora en B.C.S.; Signos en Michoacán; Guchachi Reza en Oaxaca; El Séptimo Sello en Veracruz; Pequeño Sol en Tabasco y Red Trapeze en Estados Unidos.

Concepto de revista

Chamberlain Jordana, en su diccionario Nauta, dice: “Revista, repasar, examinar, estudiar, analizar, reseñar, rever, consideración, crítica, recensión, periódico, revisión, repaso, análisis de una situación, burlesque, sketch, desfile, inspección, nombrar lista y control”. Mientras que el Larousse expresa: “Revista, femenino. Inspección exacta, examen detallado, espectáculo teatral de carácter frívolo, consistente en cuadros sueltos generalmente tomados de la actualidad con predominio de la música y coreografía. Sección de un periódico donde se hace reseña crítica”.

Para Bernard Gross,

la revista literaria aparece a comienzos del siglo XIX, desempeñando un importante papel en la vida literaria; su fórmula, que se presta lo mismo a la publicación de libelos que de textos críticos u obras inéditas, conoce muy pronto un éxito que irá aumentando durante el periodo romántico. Como lugar de encuentro, la revista ofrece a los escritores, a los críticos y a los investigadores la ocasión de intercambiar ideas y de realizar una confrontación de estilos. Puede también establecer un vínculo entre los textos y las emisiones culturales. Como centro y eje de la vida literaria, la revista origina a menudo movimientos más amplios, que desbordan su marco de simple periódico. Los movimientos literarios utilizan la revista como órgano de lucha y difusión de ideas. La vida de las revistas es agitada. Si bien algunas llegan a mantener su ritmo bastante regular, otras se ven sometidas a bruscos tirones de crecimiento y a caídas repentinas. Muchas de ellas sólo alcanzan una vida efímera, por falta de lectores y apoyo por parte de los editores.

Mientras que para Lionel Trilling, “En el fondo, las innumerables revistas literarias del siglo XX han sido una heroica respuesta a la declinación de la literatura”. Más contundente José-Carlos Mainer indica: “Una revista es siempre lo nuevo, aunque hable de lo antiguo”. Revirando, Domingo Ródenas de Moya:

El revés de la trama de la historia literaria son las revistas. Y también son su cuneta y su campo de pruebas y su derrumbadero. A ellas van a parar los primeros tanteos y en ellas quedan fosilizados los fogonazos deslumbrantes y los traspiés ruidosos, las corrientes estéticas y las disidencias inmemorables y en ellas se amontonan los nombres de quienes habían de prosperar y de aquellos que se tragó el olvido.

Aunque remata Jordi Gracia:

La elipsis trabaja más a fondo todavía en la inabarcable casa de las revistas: en ella están presentes indirectamente, queridos y maltratados, libros que jamás leerá uno, ni nadie, y los ampara no obstante una forma particular de la cultura moderna: ese desorden fecundo que alimenta y excita, la revista cultural o literaria.

Ahora vamos con que los trípticos, dípticos o monópticos, famosos folletos, son “revistas en abonos”, fascículos coleccionables que tarde o temprano formarán una revista con toda la barba y extensión del tecnicismo editorial, aunque no sean publicaciones tan periódicas. Por otra parte, el término independiente adjudicado a una revista, resulta ambiguo y equívoco, pues connota lo autónomo, la insujeción, total libertad y para no depender de nada ni nadie está Tezcatlipoca o macho cabrío destilando semen en el prado negro de una escultural Nitambah ungida con teonanácatl o salivazo amargo de peyote.

Revistas independientes de los ochenta en Guadalajara

Si hablamos de revistas independientes hay que ubicarnos en que esas publicaciones no deben haber vendido su alma al Conaculta, a la UdeG, la Sec, la Fullbright, la Rockefeller, la Guggenheim, Omnishit o cualquier institución, empresa, sindicato, partido político, secta, logia, grupo bancario, ni salir con eso de “vendo mi trabajo, no mi mente”. En fin, para que se considere una revista independiente es menester que no reciba subsidio extranjero, federal, estatal, municipal; que no sea patrocinada por don Fiasco de las fuerzas vivas. Por tal motivo me enfoqué sobre aquellas revistas neta y auténticamente “independientes”, como Adrede, Águila Lunar, Barda, Caracol, Cero Broncas, El Chorrito, El Hijo de Occam, Gastando Zuelas, Hoja Arrugada, La Esquina, La Hoja Paloquear, La Nave, La Neta, La Koza, Le Güevoné, Masturbando la Neurona, Que Role, Quietos, Tarabilla, Tonsol y VL 2000. Debe quedar más claro que el agua que las revistas tapatías independientes y marginales no publican currículos sino calidad y gónadas artísticas; contenido 100 por ciento humanista, espontáneo y natural. No compiten con Quimera, El Paseante, Álbum de Letras, El Urogallo, Du o Avant Gard, de gran calidad editorial y alto presupuesto para su producción. No, desde luego que en el rubro de diseño, presentación, calidad material del papel interior y de portada (couché, fabriano, cultural, especial) se quedan atrás las revistas independientes locales de los ochenta que revisé, pero en cuanto a calidad literaria, contenido, humanismo y agresividad heroica son de primer nivel.

Las revistas independientes no dilapidan papel en anuncios comerciales ni están atadas a becas, agrupaciones políticas o religiosas. Sus tirajes suelen ser de diez a 50 ejemplares y en algunos casos de 250 a 500. Su papel va desde marquilla, cartoncillo, cartón y bond en las cubiertas, hasta china, cultural, revolución o estraza para los interiores. Sus tamaños van desde tabloide hasta un octavo; abundan las revistas de medio oficio, trípticos, pósters, carta y media carta. Casi todas las revistas independientes contienen manifiestos, arengas y mentadas a los explotadores, políticos de merdolaga y pasados de lanza; con ironía, sarcasmo y crudeza, como expresa La Hoja Paloquear, núm. 1, abril de 1986, en su Manifiesto Pospumcuás:

¡¡EXIGIMOS LA LIBERACIÓN INMEDIATA DE LOS DESAPARECIDOS TALENTOS!! Completa libertad a los valores artísticos que roncan atrofiados en las mazmorras educastrivas por engolada voz de tenorio tenegroso político en turno de ponerse la estafeta de estafador estrafalario extrafalsario explotador del mexicasno estoicoyón ante la inminencia de ser devorado en vida. Nuestra época urge una poesía desentumida y vigorosa fumigapolillas…

Parodiando a Juan Herrero Senés, “Las revistas independientes tapatías de los ochenta fueron un afinado sismógrafo del movimiento literario antisolemne y antioficial”. Y como señalara Fernando Valls: “Un buen acicate para la lectura”. Aparte, las revistas independientes no publican luminarias ni lumbreras sino chispas que prendan la mecha insurreccional versus la abulia y apatía de los insensibles, bloferos, revolucionarios de café, becarios e intelectuales de cuello azul. Masturbando la neurona fue rebote de dos anteriores ediciones marginales, La Nave y Homenaje al Cocodrilo Morrison, producida por chavos banda del sector Hidalgo; hubo dos versiones, una de Martín Colín y otra del Tecla, Sergio Eduardo Fong Gollaz, San Lalo Blues para los compas, quien afirma:

Masturbando la Neurona fue una ocurrencia del Cheché, es una publicación que hacemos en cóopera, cada quien paga sus fotocopias y las diseña como guste o como pueda, luego las juntamos y así sale una revistita tamaño medio oficio, de tiraje reducido, pero de contenido chido, carnal.

Así vemos desfilar collages, grafittis, tatús, dibujos, fotos, cuentos, poemas y mentadas contra el clero, los políticos y la industrialización, “tragándose aquellos campos donde se cultivaba maíz. Como el mítico rey Midas, que todo lo que el pavimento toca lo convierte en ciudad y mierda”. En sus páginas destacaron Adriana Leal, Gema, Mariposa sin aliento, Juanarco, Miguel Dávalos, Altazor Gaxiola, Favio el artista y una tal Yo, expresando: “Mi vulva es una flor / es una concha / un terciopelo / Está llena de aromas, sabores y rincones / es color de rosa / suave / íntima / carnosa / A mis doce años le brotó pelusa / una nube de algodón sobre mis muslos”. Masturbando la Neurona editó 27 números de 1987 a 1991. La Koza, publicación ocasional independiente,hecha por chavos de la colonia Cruz del Sur (Hemebe, el Secre, Héctor Down y Ney), apareció en 1986 y se fue al quinto número en 1987. De tamaño carta, impresa en mimeógrafo, de contenido subversivo, publicó traducciones de rock pesado, un cómic llamado Sperman, cuentos, ensayos y poemas irónicos: “Es común también ver un gringo tomando fotos del par de viejitos que cantan y recogen en una lata la compasión humana”. ¡Que Role! Poemas, monos y otras ondas, dirigida por Ricardo Sotelo y banda de la colonia del Fresno, surgió en marzo de 1984. A lo largo de sus más de treinta números publicó letras de rock, tatús, dibujos, grafittis, poemas de Enrique Macías Loza, Antonin Artaud, Kuri Aldana, Erika Jong, Javier Islas, Juan Bordes, poesía chicana, poesía feminista y poesía wirrárica: “Y del corazón del peyote, la niebla sale, venado azul sale, la lluvia baja, venado azul baja. Germina el maíz, la rosa se abre. Y canta la rosa: Yo soy el venado”.

La Hoja Paloquear, progresía subterráquea, producida por la Generación Pospumcuás: Jujo Capuchino, Poncho Des Cayos, Ramiro Eduardo Lomelí, Ataúd Martinolli, Luis Medina Gutiérrez y Raúl Ramírez García, surgió en abril de 1986 y se despidió en diciembre de 1989. Llegó a los ocho números, a guisa de tríptico impreso en esténcil electrónico, con tiraje de 500 ejemplares distribuidos gratis en la Facultad de Filosofía y Letras, en la Normal, en los barrios del sector Libertad y del Hidalgo, además de rolarla en lecturas en las prepas y hasta en exposiciones de pintura. Fue de periodicidad semestral, contestataria, irreverente, antisolemne y satírica: “Aquí tienen temblando en sus manos esta hoja paloquear, aguardando su destino: ser mordida por rabiosas tijeras o en el más aterrador caso, usada para limpiar retaguardias”. Divulgó, aparte de su plana mayor, a los poetas Diorto, Jules Renard, Ledo Ivo, Manuel Fernández, Rogelio Zavala, Carlos Oros, Carmen Gómez, Gema Méndez, Surya Ismena y a los pintores Campos Cabello, Martinolli, Heinrich Kley, El Infeliz y Ricardo Infante Padilla. Su capcioso nombre parodiaba la hoja dominical eclesiástica y a la vez sugería la literatura y el arte como alucinógenos, pues su logo era al principio una amanita muscaria y al final una hoja estilizada de mois; cada número se distorsionaba, por ejemplo: cuadro-cuatro, circo-cinco, universexo-seis, sieso-siete, ojo-ocho.

Actualmente las revistas literarias de Guadalajara han abandonado lo acotado por A.L. Geist sobre las revistas de las primeras décadas del siglo pasado (1918-1936): “Las revistas literarias de la vanguardia al compromiso”, ya que si acaso se comprometen a obtener una beca y marchar a la retaguardia de los funcionarios de cultura en turno.

Referencias
Sucesos para todos, núm. 2300, 16 de junio de 1977, p. 54.
Bernard Gross, Diccionario de Literatura, Bilbao: Ediciones Mensajero, 1976.
Lionel Trilling, Imágenes del yo romántico, Buenos Aires: Editorial Sur, 1956.
Quimera, núm. 250, noviembre de 2004, “Revistas literarias españolas del siglo XX”, pp. 11-54.
Julio G. Arce, Crónicas diabólicas (1916-1926) de “Jorge Ulica”, compilador Juan Rodríguez, San Diego: Maize Press, 1982.
Emmanuel Carballo, Ya nada es igual, memorias (1929-1953), Guadalajara: Ediciones de la noche, 4ª edición, 2002.
Colección hemerográfica de Tecum Conocas, lote de los setenta y ochenta, Tonalá, Jal.

* Raúl Ramírez García es autor de Para leer en el baño, 1982; Animoemas, poemas de animalitos para remojar en buena leche, 1993; Calibrárboles, 1994; y De a pepepo, libro de cuentos, 1998. Campeón panamericano de Box-Poesía de la WPBA de Nuevo México, 1994.
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